Siglo XIX Marxismo Explotación y cinco clases de producción
Antes de pasar a los Keynesianos, volvamos un poco atrás.
-En 1.845, Feuerbach escribe que Dios no creó al hombre, sino que fue a la inversa.
-La segunda mitad del siglo diecinueve se considera la de la segunda Revolución Industrial.
-Las estructuras de poder, la conciencia de clases y la distribución de la riqueza han cambiado.
-El Capitalismo ha sustituido al antiguo Régimen Feudal. El nuevo orden se cimenta, por primera vez en la historia, en preceptos humanístico-racionales.
-La Revolución Francesa y la Industrial no han conseguido desterrar la desigualdad y la miseria de las masas.
-El liberalismo económico de Smith se convierte, en manos de Malthus, en la libertad del proletariado de… morirse de hambre.
Los socialistas ricardianos y utópicos y los teóricos de las crisis del capitalismo dirigieron feroces críticas contra el paradigma clásico.
Kant, con su imperativo categórico, propone que las personas deben ser tratadas como fines, no como medios o cosas. Ello contradice los postulados utilitaristas (donde el fin último es la felicidad entendida como bienestar).
Rousseau cuestionó la idea de progreso y abogó por una limitación del derecho de la propiedad (para generalizar su distribución más equitativamente) y una ley que sustentara un Estado fruto de la voluntad general, visto como una entidad superior a las meras voluntades que vela por el bien común.
Sismondi y Proudhon, teóricos de las crisis cíclicas capitalistas, elaboraron varios conceptos que Marx desarrollaría más tarde, como la lucha de clases, la crítica a la ley de Say y la inequidad de la riqueza como causa de un debilitamiento de la demanda agregada.
Los socialistas utópicos, como Saint-Simon o Robert Owen, aspiraban a una sociedad ideal que asegurase la justicia distributiva y la autorrealización personal. Marx lo interpretó en términos de fases históricas sucesivas, viendo el socialismo como un periodo de transición hacia el comunismo, tipo de organización donde se cumplirían simultáneamente las condiciones de equidad y autorrealización. Para ellos, los intereses egoístas y la competitividad no conducen a la utopía clásica de sociedad en armonía, sino que generan desigualdades y fricciones entre clases.
Fourier denunció los efectos alienantes (fragmentadores, según sus palabras) de la división técnica de la fábrica.
Los ricardianos, como Tomas Hodgskin, denunciaron el robo generalizado al que se sometía a los trabajadores al negarles su derecho natural (Locke) a gozar de los frutos de su propio trabajo.
Para Marx, la economía clásica es, igual que la religión, una ideología destinada a ocultar la verdadera realidad, donde el cielo es el mercado y Dios el dinero.
Engels, entre otras aportaciones, brindó a Marx la visión de dos fuerzas básicas para la futura e inevitable caída del capitalismo: el efecto empobrecedor de la masa, inherente al capitalismo, y la potencia revolucionaria de los proletarios unidos.
En 1848 se dieron revoluciones democratizadoras por toda Europa, basadas en los ideales de la Revolución Francesa.
Karl Marx se valió de las teorías Darwinista sobre evolución y selección natural para legitimar la lucha de clases y la sucesión de periodos históricos que evolucionan hacia la ruptura del capitalismo y la consecución del comunismo.
En 1.867 la primera edición de “El Capital” de Marx vio la luz. El mundo que le rodeaba no era el prometido por las Revoluciones, y pensó que ello se debía a la dinámica propia del capitalismo.
Marx escribe “El Capital” como un análisis crítico a los fundamentos de la Economía de Mercado, que Smith y Ricardo habían establecido 100 y 65 años antes. Estuvo de acuerdo con ambos autores en que el valor de los productos deviene de la cantidad de horas de trabajo necesarias para producirlos. Estableció su propia teoría del valor, con un eje en la plusvalía y otro en la explotación. También propuso una nueva teoría de la transformación de los valores en precios y del crecimiento.
Para Marx, el valor de uso, cuya fuente de valor son las horas de trabajo como en Ricardo, es condición previa para determinar el valor de intercambio. Así, el trabajador vende su fuerza de trabajo, pero deja de ser una mercancía más, y por tanto su intercambio por un salario no es el fin último perseguido por él. Los trabajadores, separados de los medios de producción y del fruto de su trabajo, por los capitalistas, son quienes facilitan (adelantan) la aparición y realización del valor de uso de la mercancía al capitalista, quien después de apropiarse de la plusvalía, deriva la parte restante hacia el salario. Ello se puede ver como una inversión de la lógica clásica, donde el capitalista, habiendo ahorrado, adelanta los medios para que los trabajadores puedan intercambiar su trabajo por dinero.
Marx preconiza que la acumulación de capital sobreviene por el uso de la coerción, la violencia y la desigual distribución de la riqueza en periodos sucesivos. En lugar de ser el efecto del ahorro de consumo de los capitalistas, como defendían los clásicos.
Marx creó una nueva lente para entender la sociedad: la Explotación de Clases.
Lo novedoso consistía en que además de examinar la distribución de la riqueza, el reparto de poder y la conciencia individual y colectiva, Marx introdujo la lente de la explotación de clases. Por primera vez se daba una aproximación a la sociedad desde la perspectiva de quién produce, quién decide cómo distribuir lo producido y cómo se ejecuta esta distribución.
6.1.- Dos tramos de valor
Richard Wolff explica la explotación, más o menos así:
Cualquier persona que trabaje, de manera natural, producirá más producto del que necesita consumir.
Es fácil de ver si atendemos a la división que hace Marx de la jornada de trabajo en dos tramos:
Durante las primera horas, la persona produce lo “socialmente necesario“. Ese es el valor que le permite volver trabajar al día siguiente en condiciones físicas y mentales óptimas.
Durante el resto de horas, esa persona produce lo que se llama la plusvalía. La diferencia entre el valor de lo producido y lo socialmente necesario.
Dependiendo de cómo se organice la forma de producir y la gestión de la plusvalía, Marx establece cinco clases distintas de relaciones sociales de producción, que se han dado durante toda la historia de la humanidad.
6.2.- Sin explotación
En el comunismo y el trabajo autónomo no hay explotación ya que las personas que han producido la plusvalía intervienen en la toma de decisión de qué se produce, cómo se produce y qué se hace con lo producido.
Las otras tres clases restantes sí padecen explotación.
6.3.- Con explotación
Desde la puerta de entrada de las clases de producción, la esclavitud es un sistema en que un esclavo y todo aquello que produce es, directamente, propiedad del amo. El amo entrega al esclavo lo que considera necesario.
El feudalismo solía organizarse en Europa del siguiente modo: El siervo trabajaba las tierras durante dos días y se quedaba con el fruto de ese trabajo. Luego trabajaba las tierras durante 4 días y le daba el fruto de ese trabajo a su señor. El séptimo día, descansaba.
El capitalismo consiste en que los trabajadores, que no tienen ni amo ni señor, reciben un salario a cambio de su trabajo. Para que los contraten, los trabajadores deben generar más valor que el que reciben. El beneficio del capitalista proviene del proceso fundamental de expropiación de la plusvalía creada por los trabajadores.
6.4.- Capitalismo de estado
Las revoluciones socialistas en Rusia, China, Cuba, etc, crearon otra clase de organización, pero no eliminaron el proceso de explotación, ya que cambiaron a los capitalistas por comités estatales pero los trabajadores seguían viendo explotados los frutos de su trabajo, por el llamado capitalismo de estado.
6.5.- Crítica al marxismo
La principal crítica a la teoría marxista proviene de los economista de Cambridge, quienes vieron una inconsistencia en su ecuación de trabajo = valor. A esto se le llama el “problema de transformación”. Marx lo soluciona transformando valores del producto en precios de producción, pero no transforma insumos (capital constante y variable) en precios de producción. Steedman y Sraffa, dos neoricardianos, consideran así demostrada la redundancia e incoherencia de la solución marxista a la transformación.
Una contra-crítica a este planteamiento neoricardiano lo postulan los marxistas temporalistas, como Shaik y Morishina, para quienes un proceso iterativo en el que se introducen los precios de producción de rondas anteriores como insumos en la rondas de cálculo siguientes, valida la teoría de Marx.
Lamentablemente, Lennin y Martov no fueron capaces de ver la nueva herramienta brindada. Consiguieron impulsar tremendos cambios en la conciencia de clases, la distribución de la riqueza y el reparto del poder. La Revolución de bolcheviques y mancheviques consiguió lo que nunca antes se había conseguido, pero la estructura de quién producía, quién decidía sobre la distribución y cómo se distribuía, no se modificó sustancialmente. Los capitalistas fueron sustituidos por comités estatales, pero el proletariado seguía viéndose alienado. Los que producían seguían sin poder decidir qué debía hacerse con lo producido, en lo que acabaría llamándose Capitalismo de Estado seguía existiendo la Explotación.

